viernes, 5 de marzo de 2010

PEIRCE Y SAUSSURE

PEIRCE Y SAUSSURE

Por Sebastiá Serrano, en La semiótica. Una introducción a la teoría de los signos, Barcelona, Montesinos, 1988.

Con todos los precedentes señalados, la primera afirma­ción de la existencia de un dominio propio para la ciencia de los signos tal como nosotros la entendemos la hacen, más o menos por la misma época y en total desconocimien­to mutuo, el filósofo americano Ch. S. Peirce (1839-1914) y el lingüista suizo F. de Saussure (1857-1913).

Los planteamientos de ambos estudiosos son distintos tanto cualitativa como cuantitativamente. Peirce era heredero de una tradición lógico-filosófica y científica, (irán conocedor de la matemática, de la física, pero también de la obra de Descartes, Lcibniz y. sobre todo de Kant. Quizás la matemática y Kant fueron las dos coordenadas fun­damentales de su universo intelectual. Pionero en numero­sos dominios, de la lógica, la física los juegos, la teoría de la ciencia, Peirce no dejó en toda su vida de trabajar en la construcción y fundamentación de una teoría de los signos, incluso en los momentos en que podía parecer interesado por otros muchos temas.

Escribe en 1867 «... soy, por lo que llego a saber, un pionero en la tarea de clarificar y explorar lo que denomino semiótica, es decir, la doctrina de la naturaleza esencial y de las variedades fundamentales de la semiosis posible. Y es muy cierto que el campo resulta demasiado vasto, la tarea demasiado impresionante para quien, por ve/ prime­ra, se adentra en ella». Desde 1867 hasta el final de su vida produce una cantidad enorme de artículos, notas, bocetos, cartas y papeles en los cuales podemos encontrar comí i idea obsesiva la elaboración de la semiótica y, a su vez, para fundamentarla, analizar a partir de ella, las nociones bási­cas de la lógica, las matemáticas y la física, pero también la filosofía y la religión. La semiótica, parece, era el marco que él proponía para una teoría del conocimiento. Quería elaborarla como «álgebra universal de los signos», funda­mentada en el álgebra universal de relaciones.

Por lo que se refiere a Saussure conocemos sus preocu­paciones por el problema de los signos a través de su obra Curso de lingüística general (1916) que es una reconstruc­ción postuma a partir de las notas de clase tomadas por sus alumnos. Parece ser que Saussure no abordó el tema de los signos hasta su segundo curso de lingüística general en 1908-1909 aunque también parece que le preocupaba desde hacía unos diez años.

Se dice en el curso: «podemos pues concebir una ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social. Formaría parte de la psicología social, y por consiguiente de la psicología general; la denominaremos semiología (del griego semeion, «signo»). Nos enseñará en qué consisten tus signos y qué leyes los rigen. Como no existe aún, no podemos decir de qué upo será; sin embargo, tiene todo el derecho a existir y el lugar que ocupa viene determinado de antemano. La lingüística no es más que una parte de esta ciencia general y las leyes que descubrirá la semiología serán aplicables a la lingüística...» (1916, p 33)

Lo que diferencia claramente las posiciones de Peirce y de Saussure son por un parte los objetivos a largo plazo de sus planteamientos y por otra la cuestión, mucho más con­creta, de la concepción del signo. Saussure pretende funda­mental la lingüística, y son los fundamentos de la lingüísti­ca los que le conducen a postular como necesaria la existen­cia de la semiótica. Así, después de distinguir entre lengua y habla pasa a presentar una definición de lengua como sistema de signos lingüísticos. Naturalmente, una tal defini­ción presupone la de signo lingüístico que a su vez presupo­ne la de signo. Necesita de una disciplina que trate de los signos, los defina y especifique las reglas que los gobiernan. Esta ciencia no existe, y su propuesta es la semiología.

De todas formas, no es más que una propuesta. Así, Saussure, nos viene a decir que como no existe tal ciencia y por tanto no está fundamentada la noción de signo él usará una «definición provisional» de signos lingüísticos que le permita seguir en su trabajo, en tanto no se desarrolle del todo la semiología. Esta era, en mi opinión, la estrategia seguida por Saussure y que quizás los redactores del curso no nos han sabido hacer llegar lo suficientemente bien.

Saussure habla siempre de signo lingüístico, mientras que Pierce se refiere a signo en general. Saussure parle de la lingüística como ciencia a fundamentar, y necesita de la semiología para regresar inmediatamente a la lingüística, mientras que Pierce parte de la semiótica, trabaja en ella y a partir de ella intenta analizar las nociones básicas de lógi­ca, de la filosofía, de la física o de la religión precisamente para fundamentarles a la vez que se fundamenta a sí misma.

La concepción del signo sausseriana es diádica. En rea­lidad todos los análisis de Saussure son dicotómicos: len­gua/habla, significante/significado, sincronía/diacronía. Sintagmático/aso-ciativo, etc. Más de una ve/ se ha señalado cl «temperamento dicotómico» de Saussure. Pues bien, en cl caso de Peirce sería necesario hablar realmente de tempe­ramento tricotómico. El signo vendría definido por una relación diádica en Saussure, la establecida entre los ele­mentos significante y significado, y triádica en el Peirce, con respresentamen, objeto e interpretante como elementos. Como veremos responden a posiciones filosóficas distintas.

Para Saussure. el signo lingüístico «une un concepto y una imagen acústica», un significado y un significante, y es por lo tanto «tina entidad psíquica con tíos caras». Para Peir­ce el signo tiene su fundamento en un proceso, la semiosis que es una relación real que subvace el concepto de signo. «Por semiosis, entiendo una acción o una influencia que implica la cooperación de tres elementos, el signo, su obje­to y su interpretante y esta influencia tri-relativa no puede en ningún caso reducírsela a acciones entre pares» (5.484).

Vale la pena señalar aquí que la formulación triádica del signo peirceano tiene raíces matemáticas y kantianas. Matemáticas porque proponía como fundamento lógico de la Semiótica un postulado que denominaba «protocolo ma­temático» según el cual todo sistema mínimo debe ser triádico. Demostraba el carácter necesario de la triadicidad afirmando que no se puede concebir el número «uno» sin concebir al mismo tiempo aquello con lo que limita, el «dos» y. a su ve/, «uno» y "dos» como unidades separadas (la unicidad y la dualidad) implican un "tercero» mediador que los diferencia.

Además, consideraba, y esto es básico para diferenciar lo de Saussure, que una triada no puede descomponerse en díadas a la vez que cualquier relación n-aria con n superior a tres sí puede reducirse a una composición de triadas (o relaciones triádicas). Por lo tanto, el carácter triádico será a la vez necesario y suficiente: necesario desde el punto de vista lógico suficiente desde el punto de vista pragmático. Recordemos que el carácter diádico del signo saussuriano, que procede de filosofías y psicologías asociacionistas, plantea siempre el problema del tercer elemento desde un punto de vista lógico en el sentido de no saber bien donde ubicar el referente. De ahí que la formulación peirceana resulte más coherente con la tradición al tiempo que su uso no genera problemas suplementarios como sería el proble­ma filosófico del referente.

Las raíces kantianas del carácter triádico de las relacio­nes las encontramos ya en su artículo de 1867 «Sobre las categorías» donde propone una nueva lista de categorías a fin de «reducir la diversidad de las impresiones sensoriales a la unidad» (1545) pero no intuitivamente, según él, como había hecho Kant. Para Peirce «la unidad mediante la cual el entendimiento reduce las impresiones es la unidad de la proposición» (1548). Recordemos que en toda proposición podemos distinguir una función proposicional, categoría primera, una proposición simple, categoría segunda, y una proposición compleja, categoría tercera. Las tres catego­rías las denomina categorías de la cualidad, del objeto y de la ley (o posibilidad, existencia y necesidad).

Fundamentada la triadicidad pasemos a ver como define Peirce el signo. Dice que es un representamen, primero, envía a un objeto, segundo, por la mediación de un inter­pretante, tercero. Lo podríamos representar así:






Como veremos, la relación triádica, tiene un carácter dinámico ya que formaliza un proceso, el proceso de semiosis. Se puede afirmar que no hay signo sin semiosis. Señale­mos también que la definición de cada uno de los elemen­tos del proceso semiótico. y por tanto del signo, R, O e I corresponde estrictamente a las tres grandes categorías del sistema peirceano.

Pura establecer una tipología de los signos coherente con todo el sistema, es decir elementos y categorías, Peirce propone conjugar la triada de elementos con la tricotomía epistemológica de las categorías. El conjunto de todas las posibilidades (producto cartesiano del conjunto de elemen­tos por el de categorías) lo vemos en el siguiente cuadro:

En otras palabras, la propuesta de Peirce consiste en fundamentar la tipología en la relación que existe entre el signo y el representamen, el signo y el objeto y el signo y el interpretante. Así, en relación con el representamen, si se ve éste como una cualidad, entonces es un cualisigno y si como una ley. un principio con un valor general, entonces es un legisigno. Por ejemplo, la palabra 'signo' la podemos interpretar como un cualisigno si nos fijamos en los ele­mentos gráficos o iónicos, es decir físicos, que percibimos, la podemos interpretar como un objeto y decir que aparece veinte veces en esta página o que tiene cinco letras y es entonces un sinsigno. Por otra parte como unidad con una significación determinada y válida para los miembros de la comunidad y es un legisigno. _

Más conocida es la distinción entre iconos, índices y símbolos cuyo uso se ha generalizado en el ámbito de la semiótica. Viene fundamentada en la relación que se puede establecer entre el signo y el objeto. Si existe una relación de tipo material, coincidencia en la cualidad, primera cate­goría, el signo es un icono. Una fotografía, una escultura o uno onomatopeya. Si la relación es de «contigüidad» de hecho, prácticamente objeto a objeto, el signo es un índice. Una huella es un índice, o el humo. Y si la relación entre el signo y el objeto es convencional, establecida por la ley, se tiene un símbolo. La palabra «signo» es un símbolo así como lo es el color negro para el luto. En realidad los iconos, índices o símbolos puros no existen y vale la pena de considerar más bien los caracteres ¡cónico, indicativo y simbólico y señalar que estando presentes en un signo los tres caracteres en cada caso se actualiza más uno u otro. En el caso de la cruz como signo lo podemos observar con claridad.

Veamos ahora algunas coincidencias en nuestros dos autores. Señalemos un par de principios fundamentales: primero, no existe pensamiento sin signos. «Sin el concurso de los signos, seríamos incapaces de distinguir dos ideas de una manera clara y constante» (Saussure, p 155) «Todo lo que es, cualquiera que sea. pasa por el signo. No hay pen­samiento sin signo» (Peirce 5.251).

En cuanto al segundo principio, que está en la base de todo el estructuralismo como metodología, lo podemos enunciar como principio de la diferencia, o de oposición. Que es, a su vez, el principio del pragmatismo como metodologia. Dice Saussure que la existencia tic un signo, y por tanto su definición, depende no tanto de lo que es como de lo que no es, y dice también que «aunque el significado y el significante sean, cada uno por su parte, puramente dife­renciales v negativos, su combinación es un hecho positivo» (166) ya que genera un sistema de valores que «constituye el lazo efectivo entre los elementos fónicos y psíquicos en el interior de cada signo».

Peirce, en cambio, dice «¿estas dos cosas recubren prácticamente la misma función? Entonces apliquémosle la misma palabra. ¿No recubren la misma función? Entonces las distinguiremos (8.33). Fijémonos que no coincide del todo con la formulación saussureana pero creo que podemos considerarlas como dos variantes, una estructuralista otra pragmatista de un idéntico principio semiótico general. A su formulación, Peirce, la denominaba el principio o la máxima del pragmatismo.

La tricotomía le sirve a Peirce también para establecer: las partes de la semiótica según se refiera básicamente a representamen, objeto o interpretante. Estas partes eran gramática, lógica y retórica y que en la terminología de sus seguidores (Morris, Carnap...) han venido siendo sintaxis, semántica y pragmática. La sintaxis y la semántica tratarían del problema de las relaciones y de la verdad respectiva­mente. Mucho más difícil resulta interpretar el dominio de la retórica (pragmática) para Peirce porque de los tres elementos del signo, el interpretante es el que menos definido queda en el conjunto de su obra y así al menos existen tres interpretaciones aunque todas coinciden en algún tipo de relación con el usuario del signo, de ahí que como pragmática se entiende la parte de la semiótica que trata de las relaciones de un signo con sus usuarias. Es decir:

Rel signo ____________ signo sintaxis

Rel signo ____________ objeto semántica

Rel signo ____________ usuarios pragmática

Aunque, como decimos, este ya no sea el lenguaje de Peir­ce, sin embargo coinciden prácticamente los ámbitos. Es el lenguaje que aceptamos en este libro. Usaremos también con frecuencia la distinción (y el carácter) icono. índice y símbolo y partimos de una definición de simio como rela­ción triádica ∑ X Y Z donde X es alguna cosa que afecta los sentidos, que está en lugar de otra cosa, un objeto. Y, para algún individuo Z.

Creo que la semiótica hoy lo que ha hecho es descifrar, interpretar y actualizar la obra de Pierce. Desde luego des­de Peirce hasta nosotros ha ocurrido una serie de hechos fundamentales tal como señalaba en el capítulo anterior. Así han representado un avance la presentación y desarro­llo de la teoría de la comunicación, quizás el más importan­te (por esto le vamos a dedicar un capítulo), también la acumulación de gran cantidad de observaciones e incluso la introducción y perfeccionamiento de unos formalismos más potentes y más adecuados que los usuales en tiempo de Peirce. Así mismo cabe considerar, siempre conectándolo con los tres elementos señalados —teoría de la comunica­ción, acumulación de observaciones y de análisis, y nuevos formalismos— la importancia del contacto con la lingüísti­ca, con la filosofía del lenguaje, antropología y psicología, y con arte, teatro o cine.

GUÍA DE PREGUNTAS:

l-¿Cuál es el punto de partida teórico de Charles Sanders Peirce?

2-¿Cuáles son las tres primeras denominaciones para la semiosis (relación signica inherente a todo tipo de conocimiento) propuestas por Peirce?

3-¿Cuáles son los tres universos en los que se organiza la experiencia humana, para Peirce?

4-¿Cuáles son los dos aportes fundamentales de Peirce para la constitución de la semiótica?

5-¿Cómo define Peirce al signo?

6-¿Es el concepto de interpretante una dimensión psicológica del signo en la definición de Peirce? ¿Por qué? Justifique su respuesta con citas del texto.

7-¿Qué tipo de relaciones establece, a partir de su definición de signo, para clasificar a los signos en "iconos", "índices" y "símbolos"? Ejemplifique.

8-¿Puede la "realidad" ser conocida en toda su pureza según Peirce? ¿Por qué?

9-¿Qué significa la "semiosis ilimitada"?

10-¿A qué llama Peirce "objeto inmediato" y a qué "objeto dinámico" de un signo?

1 l-¿Qué tricotomías, además de las de primeridad-segundidad-terceridad y las relacionadas con la definición de signo y sus clasificaciones, establece Peirce9

12-¿Cuá!es son las diferencias fundamentales entre Saussure y Peirce? (Tenga en cuenta especialmente a) la lengua y b) el concepto de signo)

No hay comentarios: